En una trufera, cualquiera sea su dimensión o marco de plantación, la producción de trufas no es uniforme, incluso pueden haber árboles que nunca darán trufas, a pesar que su compañero de al lado si es un árbol productor.
En la medida que la plantación de trufas empieza su producción, se encuentran trufas dispersas y en cada temporada, si la gestión cultural es correcta, se van agregando más árboles productivos. No todos los árboles empiezan simultáneamente a producir trufas, incluso puede haber bastantes años de diferencia entre ellos, a mencionar 5 o 6 años.
El escalamiento productivo empieza a mostrar síntomas de cierta distribución de las trufas, creándose un polo más intenso donde están las trufas, lo que Pierre Sourzat llamó “El Bastión trufero”. Se genera una mayor presencia de la trufa respecto al resto de la plantación, una fortaleza, donde la trufa se posiciona favorablemente.
Este reducto trufero dentro de una plantación se genera como un núcleo más alejado de aquellas zonas potencialmente contaminantes que rodean la trufera y donde las condiciones del suelo son más favorables para el cultivo. Aquellas zonas expuestas o cercanas al contorno de la trufera, pasan a ser una zona de transición y mitigación, con producción más tardía y con menor rendimiento.
Este concepto explica el comportamiento productivo dentro de una trufera pero también permite entender medidas culturales y de arquitectura de una plantación, para ampliar las zonas de influencia del bastión trufero y considerar áreas de transición alrededor de la trufera.
Un cuerpo de plantación robusto, concentrado, que genere un núcleo interior más o menos equidistante y alejado del perímetro parece apropiado para plantación de trufas.