La transición de la época estival al otoño, encuentra a la trufa en un periodo de crecimiento que se empieza a ralentizar, para dar paso a la progresiva melanización, formación de esporas y en definitiva entrar al estado de adulto durante la última fase de desarrollo de la trufa.
La trufa aún está sin su aroma característico, pero siguen los cambios en el aumento de tamaño, en sus colores internos y externos. Por fuera (el peridio), empieza cada vez más a desaparecer el color rojizo, imponiéndose el color negro. Interiormente (la gleba), los colores blanquecinos empiezan a tornarse grises-violácea, quedando las futuras venas aeríferas de color blanquecina.
En algunas truferas aún se pueden apreciar nuevas trufas de marca (Imagen N°1).