Siempre ocultas bajo tierra, en la oscuridad, cerca o distantes de un árbol, sabemos que están, pero no donde. Solo al final de su adolescencia de manera regular y escalonada, empiezan a propagar su potente y particular aroma para llamar la atención de los perros truferos y algunos depredadores.
No tienen una ubicación predefinida y solo algunas se dan a conocer con cierta visibilidad cuando su desarrollo lo hacen cerca de la superficie del suelo. Éstas son las chapas o trufas de marca.
No hay hojas, brotes o parte de las trufas que afloren a la superficie, el suelo es su mundo hasta el encuentro con su cazador especializado, el perro trufero.
Es un cuerpo fúngico globoso que nace y crece en conjunción con la tierra, la fauna subterránea y las raíces de su hospedero. De las características de su hábitat, toma sus cualidades organolépticas que la hacen única (Aroma, forma y sabor).
Las trufas, silenciosamente se desarrollan por unos 6 meses (diciembre – mayo), extenso proceso en el cual da vida a un producto natural inigualable.
Una trufa en su hábitat natural